05 diciembre, 2010

Sin palabras



Una frontera en los labios. Miles y miles de cuadrículas blancas abriéndose como hospitales: Entro en tu boca para dormir con las palabras.
Palabras como sábanas, simétricas como orejas.
Yo soy, tú eres, él es…
En los bolsillos, diez dedos se curvan como interrogantes.
El suelo húmedo de la lengua es el camino. La garganta un puente.
La nariz un faro.
Tempestades de ojos, islas llenas de fuentes, cines vacíos donde sillas perplejas esperan dobladas como rodillas.
Déjalo todo y respira.
Llena tu cuerpo como un baúl y respira.
Ninguna geografía es adecuada.
Ninguna palabra es precisa.
Nosotros, vosotros, ellos…
Respira.


Jaume Plensa

07 octubre, 2010

Ars Amandis

" Amor nocturno, es el que ata mis dedos a un ardiente tecleo.
Amor a la noche, al imposible silencio, al paisaje taciturno al otro lado del translúcido reflejo, al halo de frío del alba, al maullido del gato respondido por un grillar férvido. Una detestable adicción al trastero de la memoria, al perenne curioseo sediento de saber.
Destemplanza melómana, filosofía de misticismo recurrente, existencialismo patético, turbador desvelo.
Un conteo pretencioso de estrellas, un repaso cauteloso al devenir, un secreto celo al sueño: amante quimérico, traicionero y febril, desnudador de noches, sigiloso grillo cantador de lisonjas que seducen a la luna, acompañante infiel de la oscuridad."

Ars Memoriae



"Quería dormir, y no podía: para dormir es necesario olvidar un poco las cosas. En esa época no podía olvidar.
Cerraba los ojos y me imaginaba con los ojos cerrados, en la cama. Imaginaba los muebles, los espejos, imaginaba la casa. Imaginaba el jardín, las plantas. Había estatuas en ese jardín. Para librarme de todo ello escribí esta historia de Funes, que es una especie de metáfora del insomnio, de la dificultad o imposibilidad de abandonarse al olvido. Ya que dormir es eso: abandonarse al olvido total, olvidar su identidad, sus circunstancias. Funes no podía. Por eso murió, al fin, agobiado. Esta historia sirvió para curarme del insomnio, deposité todo mi insomnio en mi personaje. No digo que precisamente el día en que terminé la historia haya podido dormir bien, pero en ese momento comenzó mi curación.”


Nueve ensayos dantescos, Jorge Luis Borges

04 octubre, 2010

Ars Vivendis


"Tertuliano Máximo Afonso no pertenece al número de esas personas extraordinarias que son capaces de sonreír hasta cuando están solas, su natural se inclina más a la melancolía, al ensimismamiento, a una exagerada conciencia de la transitoriedad de la vida, a una incurable perplejidad ante los auténticos laberintos cretenses que son las relaciones humanas."


El hombre duplicado, José Saramago